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Karen Lamassonne: Pinturas
"Homenaje a Cali"
Sandro Romero Rey | "Mincha" El Pais
Sandro Romero Rey, El Espectador Bogotá, Colombia, 23 Abril de 1989 La venida de Karen Lamassonne A Karen Lamassonne, la conocí en un cine. Accurrucada en su silla, miraba en silencio el "Despair" de Fassbender, mientras el calor asfixiante de la sala, ayudó a una tácita proximidad. Meses después, volvi a encontrármela en sus "Baños". Ya se había ido a vivir a Cali, y su exposición de acuarelas sanitarias provocó un rechazo escatológico entre los ejecutivos de la Galería de Arte donde se colgaban sus cuadros, quienes mandaron a recoger todo su trabajo. Desde aquel dia, me di cuenta que en Karen el escándalo existía, a pesar de ella misma. Lentamente, muy lentemente, nos hicimos amigos. Trabajamos en varias películas y contribuímos (en todo o en parte) a construir la utopía de Caliwood. Pero su producción plástica nunca se detuvo. Ha estado presente en los filmes en que ha trabajado ("Pura Sangre", "Valeria", "Frío en Colombia", "Ella", "el Chulo y el atarván", sumados a una decena más de nombres que se me escapan) en los Videos que ha realizado ("Secretos Delicados", "Ruido") en las ropas que le sirven de apoyo para cantar con "Band-Aids", su grupo de Rock & Roll ... Y todos los días, desde que la conozco, la actitud vital de Karen Lamassonne, no deja de sorprenderme. Pos eso, cuando la distancia nos ha obligado a separarnos por unos meses y regreso esporádicamente a Cali a saludarla, me recibe con la inmensa sorpresa de su nueva colección pictórica, la cual me ha desordenado las vísceras. No solamente porque en aquellas figuras en blanco y negro que brillan en el delirio del paisaje caleño, están escondidas muchas imágenes que reconozco, sino porque el nivel al cual ha llegado su obra, nunca sospeché que lo tocara con tanta contundencia: el nivel poético. Las pinturas de Karen Lamassonne están realizadas frenéticamente, casi con ira, pero a su vez con una explosiva sensualidad, con un desaforado lirismo y con miedo, con mucho miedo. Sin embargo, parafraseando la máxima picassiana, Karen Lamassonne ya no busca sino que encuentra a cada paso. Sus nuevas pinturas continúan ese silente diálogo con los espectadores, ya iniciado años atrás en sus "Baños", pero ahora las preguntas y las inquietudes que nos dejan son mucho mayores y menos descriptivas. Cali se ha convertido, en sus pinturas, en una sangrienta y deliciosa masa de pesadilla, donde gigantescos amantes luchan por mantenerse aferrados a sus cuerpos, sin importarles las dimensiones de sus actos. El nuevo filme de horror de Karen Lamassonne está ahora aquí, en este "story-board" de su paisaje interior, feliz y salvaje, como su propio silencio. Si antes había realizado una serie de fotogramas en homenaje a distintos pintores colombianos (Salón Atenas, 1982), ahora su visión de "encuadre" es más precisa, más efusiva, más inquietante. Sin lugar a dudas, esta nueva aparición de Karen Lamassonne, a partir del 18 de abril en el Museo La Tertulia de Cali y desde el mes de junio en la nueva sede de la Galería Belarca de Bogotá, marca un nuevo camino de felices encuentros con su trabajo. Ojalá que el tiempo nos ofrezca múltiples resultados de este tipo. Por ahora, creo que Karen Lamassonne ha entrado en la fría sapiencia de una nueva juventud.
Sandro Romero Rey, El Espectador |
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Karen Lamassonne: Pinturas
"Homenaje a Cali"
Sandro Romero Rey | "Mincha" El Pais
"Mincha" El Pais Cali, Colombia, 17 de Abril de 1989 "La ciudad del amor" Karen Lamassonne, esa artista perspicaz que por allá el en año 79 inquietó esta parroquia al exponer su serie "Baños", vuelve a sus andadas en el lugar donde empezó: es decir, Karen Lamassonne expone de nuevo en Cali. Después de un periplo de 10 años durante los cuales trasegó por diferentes disciplinas artísticas, todas ellas relacionadas con el manejo de la imagen (cine, video, fotografía, etc.), Lamassonne se arma de valor, retoma sus viejos pinceles y regresa con una nueva, estimulante y hasta desbordada muestra de sus pinturas en la que se puede constatar fácilmente el enriquecimiento logrado por la artista durante ese lapso en el que estuvo relativemente ausente de las salas de arte. Y regresa, también, a su punto de partida. La ciudad donde alguna vez un conferencista anacoreta descolgó su obra por considerarla impúdica, esta vez el motivo, el tema mismo de su obra. Es como si después de estar tanto tiempo ausente de su trabajo específico y de su entorno, decidiera hacer este homenaje visual, lleno de poesía y color, como quizá la mejor manera de recobrarlos. De Lamassonne ya muchos conocen y valoran su indiscutida calidad técnica, su asombroso dominio del color. Pero es más probable que de su obra se recuerden como valores intrínsecos, sus planteamientos siempre nuevos, audaces, impredecibles. Y aunque su febril actividad artística la ha llevado a incurcionar en otros campos hasta casi alejarla de su raíz inicial, la pintura, es justo reconocer en todo el conjunto de su obra ese toque conmovedor y a veces divertido, ese aire renovador y ciertamente excitante que generalmente escasea en nuestra plástica acartonada y academicista. Es quizá esta energía creadora la que ha sido admirada en distintas galerías de Europa y Estados Unidos. Pocos podrán sustraerse a la fuerza de estas imágenes que representan en sí, lugares o actitudes del mundo que nos rodea, pero que en la particular concepción de las cosas que tiene la artista, se nos presentan como nuevas, inéditas o casi desconocidas. Esta última muestra pictórica de Karen Lamassonne se entretiene en recrear rincones y parejas en parajes que seguramente resultarán familiares a muchos en muchas partes, pero que la aguda imaginación de esta artista hace aparecer como una especie de Lilliput, ciudad de bolsillo dominada por el gigantismo gris de los amantes que se entregan a lo suyo impúdicamente, frente a lo que realmente es una pequeña ciudad. Bien podríamos pensar que esta exposición de Karen se trata en el fondo de una gran apología del amor, dedicada a una ciudad concebida exclusivamente para eso.
"Mincha" El Pais |
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